El dolor está en el corazón. Siempre está en el corazón. La mente solo incide en el sufrimiento. Sanar el corazón es sanarse a uno mismo. Busca dentro de ti qué te ayuda, busca eso que está ahí dentro y que te ayuda a conectar con el dolor. Apartarte del dolor solo te aparta de una parte de ti mismo. Es lo que ocurre cuando estás en la mente. Te separas, no quieres sentirlo, no quieres tocarlo, crees que quizás es demasiado para ti. Nos han enseñado a no sentir dolor, a que el dolor es malo, a que debes huir de él. Pero el dolor es parte de la vida, es parte de nosotros. Escapar de él es escapar de nosotros mismos, es no hacernos responsables de una parte muy importante de nosotros. Conectar con el dolor es el camino para poder conectar con el placer, reprimir uno significa reprimir al otro. No querer tocar a uno es no querer tocar al otro. Sucede lo mismo con las personas que niegan el placer, tampoco son capaces de sentir dolor, y eso las convierte en personas duras, frías y alejadas de la empatía y del sentir de sus semejantes.

Todos los colectivos tienen una consciencia, una conciencia que les mueve y trabaja por ellos. No importa a qué se dedica ese colectivo, quien lo forma, porqué se forma. Lo importante es que es un colectivo que encaja dentro de lo que el universo está preparando para nosotros. Toda nuestra energía está disponible para ese colectivo, para ese grupo. No solemos ver de qué se trata, pero siempre hay algo importante detrás, lo que hay es el amor, un amor que no sabemos comprender, que no sabemos interpretar. Ese amor nos une, y el miedo a perder ese amor nos entorpece, nos adentra en ruedas de sufrimiento. No queremos sentirnos separados de los demás, lejos de los otros. Cuando nos relacionamos desde los lazos inconscientes del grupo, siempre existe el miedo a perder ese amor, un amor que en realidad no es tal, es solo un espectro del verdadero amor. Nuestras ilusiones individuales son el espejismo desde el cual nos relacionamos y desde el que intentamos escondernos, con nuestro dolor y nuestro verdadero ser.

Conectar con la comprensión de lo que somos despeja la niebla de la ilusión y nos acerca un poco más a ver quienes somos en realidad, qué buscamos, qué queremos, qué nos motiva, anhelamos… Entender qué parte es verdaderamente nuestra y cual no es un rompecabezas en el que podemos invertir toda nuestra vida en desentrañar. Ver nuestra evolución desde nuestra infancia, cómo han cambiado nuestras prioridades, nuestros deseos, nuestras formas… Ver como hemos sentido en compañía, como hemos sentido cuando estábamos solos, cuando sucedía un acontecimiento feliz o cuando sucedía un acontecimiento triste… Todo eso y mucho más nos hace creer que somos de una determinada manera, y como no podemos estar dentro de los demás también creemos que los otros son como nosotros, que tienen nuestras mismas formas de sentir, de pensar o interpretar.

Es por eso que es necesario entrar en un lugar donde la persona no esté en su aislamiento, no esté en su imagen y entre en un lugar que esté por encima de él/ella, un lugar donde la consciencia sea de todos, no solo de uno, sea una consciencia más sabia, más inteligente, que tenga más información, y pueda conectar con más amor del que puede conectar uno solo.